26 de abril de 2009

Esa boca

Aquí tienen una lista de las cosas que le he sacado de la boca a Pinito en los últimos diez días. Sólo les pongo las que puedo escribir sin que me entren ganas de vomitar. Aún así, verán que desde que estoy criando a Pinito he ganado bastante en términos de estómago. Antes era más delicada, yo.

Un hilo de pescar de 45 centímetros de largo al que iban unidos dos anzuelos y la cabeza de una boga.
Un chupachús MegaKojak Sabor Cereza seminuevo (propiedad de mi hermana).
Un Mars Delight nuevo, a estrenar (también de mi hermana).
Seis zapatos variados, nueve calcetines y cuatro piezas de ropa interior.
Una barra de labios rosa suave.
Un teléfono móvil Nokia (not connecting people anymore).
El libro de César Millán.
Un ratón con la mitad de las tripas fuera.
Media lagartija (seca).
Un tuno indio.
Un trozo de alfombra.
Muchos chicles (propietarios no identificados).
Medio pan (verde).
El arnés y la correa de la perra Pulga.
Un rotulador permanente negro.
Un rollo de cinta aislante.
Cinco cojines buenos (propiedad de mi madre) y cuatro baratos (míos).
Un cinturón (mío).
Seis piezas decorativas de potpourri al aroma de lavanda con forma de piña.
El mando de la tele.
Un bote de vitaminas marca Supradyn.
Los restos de una pelota amarilla de caucho que me juraron, en la tienda de animales, que se usaba para adiestrar pastores alemanes y que era total y absolutamente irrompible (p.v.p. 4.5 euros)
Un calabacino.

A veces pienso que me gustaría devolver a Pinito al parque.

16 de abril de 2009

Edad

[Monólogo escuchado en la Cafetería El Cisne Negro del Danubio]

No, no, yo tengo una edad muy mala para el cortinglés, ya ni se me ocurre, en la planta de señoras es todo como para madres, miras las chaquetas y a cada percha que tocas te vas volviendo más rubia, más jubilada, más viuda, más socia del club náutico; y en la planta joven, peor, porque es todo para niñas flacas de once años o... o gimnastas profesionales, es que nada más salir de la escalera mecánica sabes que no te va a entrar nada jamás, y si te entra vas a parecer la Nancy... sí, pantorrilluda, reventona... y entre esas dos plantas no hay nada, a no ser que quieras comprarte una cafetera o un aipor... no, qué va, yo voy a tiro hecho, mi zara, mi mango, si tengo perras mi masimoduti o mi adolfodomínguez, y ya.

4 de abril de 2009

Estampa

Sábado, las ocho de la mañana. La avenida. Un señor camina envuelto en un mantel blanco y rojo, bordado de cafeteras antiguas. Falta un pelo para que el viento lo levante y se lo lleve para La Habana, pero él, como si nada. Una señora de chándal celeste lo mira, se para y me dice "ay, qué pena, con lo bien que me iría a mí esa mantelería para la cocina, cuando que a él le sienta fatal".